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Los colores producen diferentes emociones e influyen de manera decisiva en nuestra percepción de la realidad. Colores primarios y secundarios, en sus infinitas combinaciones entre sí, tienen el poder de transmitir un mensaje o emoción concreta, así como definir por completo la personalidad de una imagen. Por ello, no es recomendable obviar ni subestimar la decisión de un diseñador de emplear un color específico a la hora de crear formas o composiciones, el artista Josef Albers, quien en 1963 demostró en La interacción del color que nuestro ojo nunca percibe un color como realmente es. Esto supone un hecho a tener en cuenta, ya que un color puede ser percibido de diferente manera dependiendo del color con el que haga contraste. 

El color es un factor determinante en la percepción visual del ambiente, condiciona de modo especial la comunicación y está presente en todos los elementos visuales del entorno natural y del entorno creado por la cultura; la influencia que tiene el ambiente natural, la vegetación, el clima, la geografía, la luz y la atmósfera particulares de cada lugar, condicionan en gran medida la forma de expresarse de una cultura, y a su vez, las diferentes manifestaciones culturales modifican la percepción del ambiente en una interacción constante.

 

El color lleva la resonancia emocional con él, por eso, cuando vemos un color, tenemos una respuesta emocional hacia ese color. un color puede ser triste, tranquilo y seguro, mientras que otros pueden relacionarse con lo feliz, lo ligero y lo cauteloso. Naturalmente, asociamos los colores con las emociones porque es difícil poner palabras a lo que estamos sintiendo. Los colores se conectan a nuestros sentimientos de una manera única y memorable, lo que los convierte en una poderosa herramienta a tener en cuenta para proyectos de diseño, de acuerdo a lo anterior los colores necesitan ser decididos y tener significado en su uso. 

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